agosto 17, 2008

AQUELLOS MINUTOS

Cinco minutos a paso lento hasta la Orellana. Dos más alzando la mano, parando el bus. Diez minutos mientras llego a la Universidad Estatal. Otros cinco mientras camino hasta la estación de la Metrovía. Y desde ahí cinco más hasta la Católica. Son treinta minutos de ida y treinta más de regreso de la Universidad, que diariamente los estudiantes debemos tomarnos para cumplir con nuestras obligaciones. Pero son 60 minutos en los que estamos expuestos a desgracias de cualquier tipo.


Llamemos desgracias a los ya famosos apretujones que se sufren en los buses, a las carreras que debemos tomar para no atrasarnos, a los bastante reconocibles malos olores que hacen de nuestra travesía en cuatro ruedas una experiencia inolvidable. Consideremos que esas desgracias son lo mejor que nos puede pasar si es que hacemos de menos a los asaltos que hemos sufrido dentro de estos buses.



Estación de la Metrovía en Malecón y Loja


Sudor recorriendo nuestra frente, los nervios literalmente colapsando, manos sudorosas y un terrible pensamiento de fatalismo que nos inunda inevitablemente. Nunca he sentido el mortal frío de un arma en la espalda. Peor que eso: he visto entre mis cejas el oxido vuelto arma, el arma vuelta amenaza y esa amenaza terminando con mi vida. Son momentos en los que lo único que se puede pensar es en la vida.



No somos los culpables de que esas personas sientan la necesidad de robar. No somos culpables de que esas personas tengan hambre. Tal vez esos ni siquiera sean los motivos. Pero nosotros no tenemos la culpa.






La culpa la tiene esa persona que no se atrevería nunca a subirse a un bus, esa persona que nunca viviría lo que hemos vivido, pero que sin embargo ofrece demagogias sobre la seguridad que no se hacen notorias. Y cómo van a ser notorias si acabé de escuchar alguna otra historia de ésas que no se creen sobre robos. Robos sobre ruedas.






Pero no queda más que esperar. Esperar que alguien haga algo. Esperar durante esos valiosos minutos. Aquellos 60 que nos matan del miedo. 8.1/4







Por: José Antonio Cedeño

4 comentarios:

Anónimo dijo...

muy elocuente las lineas que escribes. La verdad de esos 60 minutos que se basan en la cotidianidad de nuestras vidas. Pues como dices no nos queda más que arriesgarnos en los " BUSES DE LA INCERTIDUMBRE ".
Felicitaciones José espero tener más de tus pensamientos.
Hasta entonces.

Anónimo dijo...

pues es muy cierto, quien no ha sentido eso al subirse en un bus, y eso que no me he subido en uno en gye... ja ja ja pero no a todos nos sudan las manos ja ja ja, sigue asi jose, que bueno empezar a leer algo tuyo...

Unknown dijo...

Tienes toda la razón, nada supera el miedo a subirte en el bus pasada las 8 de la noche.. Pero lo que es peor, nada supera la impotencia de ver que quienes podrían cambiar esa realidad, no lo hacen y uno mismo, no poder hacer nada por eso.

Excelente reseña Jose, un poco nos dejas palpar mediante tus palabras, la realidad que muchos a veces olvidamos.

Anónimo dijo...

Simplemente la realidad de una cotianidad en un "bus"puede pasar lo menos esperado...un minuto estamos tal vez el siguiente no .
Y es que la vi da es riesgo constante...
no sabemos que pasara en el siguiente minuto
..un camino incierto. " ES BUENO SABER Q QUE TENEMOS TANTO TALENTO mi querid Jose !!!te felicito..sigue adelante