agosto 16, 2008

Entre días tristes y días virtuales: Martha Chávez y sus letras

Cuando la inspiración lo ilumina a uno, no se puede escapar de ella. Ya lo vivieron Píndaro, Homero y nuestro José Joaquín de Olmedo: la Musa necesita expresarse y se vale del escritor para conseguirlo. Martha Chávez Negrete de 41 años sufrió una situación similar: una vez terminados sus arduos estudios de medicina en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG), se sentó a escribir como cuando uno se sienta a comer, plácidamente, y no se ha detenido hasta ahora. Ya sea por una Musa, por necesidad o por voluntad, Martha quería escribir, pero ejercer la medicina no daría cabida a aquella posibilidad.

La oportunidad se daría entre el 95 y el 96, con el taller de escritura dirigido por Fernando Itúrburu en la Universidad Católica, pero Martha, al igual que sus compañeras de taller María Leonor Baquerizo, Carolina Portalupi y Déborah Zúñiga, tenía deseos de más. La solución a la problemática: ir a tocar la puerta del maestro Miguel Donoso Pareja. El reto: lograr que Miguel aceptase volver a dirigir un taller literario. El resultado: 4 años en el taller y dos libros de cuentos publicados.

La experiencia de pertenecer a este nuevo taller dejó en Martha el hábito de ser disciplinada a la hora de escribir. Se dice que el escritor es un ente sin nociones del tiempo, desordenado y bohemio. Martha demuestra ser todo lo contrario. Hay muchos que sostienen poder escribir sólo cuando se está frente al computador y durante la noche; Martha lo hace siempre y en su cabeza, pues "la presencia de la idea -del relato a narrarse- es lo que ayuda; crea una bola de nieve que sigue dando vueltas en la cabeza y en todos lados" y permite continuar la historia hasta que sea el momento de ir a casa a escribir.

La cantidad de conocimiento que sus palabras irradian es fascinante. El taller de Miguel -su escuela en las letras- fue el espacio que la hizo asumir su propia labor: la de escritora. Si de ventajas del taller hay que hablar, Martha recalca que la función más importante es que desarrolla la autocrítica. "Miguel ayuda -agrega- a cada uno a desarrollarse a su ritmo propio, sin fórmula ni seguir ningún patrón".

Martha alterna su actividad literaria con su empleo. Trabaja en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) en el departamento de Inglés. Se dedica a la cátedra de esta lengua desde que tenía 17 años y, a pesar del tiempo transcurrido, aún recuerda la emoción del primer cheque cobrado y -enfrentémoslo- quién en esta vida sería capaz de olvidar la sensación de poder que el primer cheque laboral brinda. "Era de 2,500 sucres" recuerda entre miradas que van dirigidas a ella misma a través del tiempo.

Rememorar emociones pasadas y recrear aquellas que nunca han existido es uno de los mayores retos del quehacer literario. Un escritor escribe sobre lo que conoce, sobre su cultura y sus experiencias. Y ya que hablamos del pasado, Martha recuerda su primer encuentro con la literatura. En el sexto grado del Colegio Americano de Guayaquil se le asignó elaborar un reporte sobre un libro, el que ella quisiera. Heidy le llamó la atención, pues existía -en aquel entonces- una serie basada en la obra. La proximidad entre el texto literario y la propuesta audiovisual de Heidy generó la molestia de sus compañeros, pues ella sacó 100 y la culparon de haber hecho trampa. Martha ríe al recordar esto.

Las constantes de los textos de Martha son situacionales, según ella nos confiesa. "Hay listas pequeñas de lo que se escribe" y, para ella, lo importante es la atmósfera de nostalgia o desarraigo en las diversas situaciones que se pudiesen presentar; lo inaprensible en cualquier sentido y contexto, en definitiva.

Martha está próxima a publicar su primera novela y una tercera colección de cuentos.


Un poco más sobre Martha Chávez Negrete:

--> Ella junto a sus compañeras de taller fueron las responsables de hacer que Miguel Donoso Pareja volviese a su labor en talleres literarios.

--> Tiene dos libros de cuentos publicados: Precisando el sentido (1999) y Uno de estos tristes días virtuales (2004)

--> Entre tantos escritores, tantas variables que se pueden presentar al momento de elegir una obra o un apellido para sacar un libro de la biblioteca, Martha siempre regresa a Borges y a Cortázar.

--> Uno de sus cuentos favoritos es Carta a una señorita en París de Julio Cortázar, pues marca humorísticamente la transición de lo fantástico y lo real cuando el protagonista vomita conejitos.

--> De los autores nacionales, prefiere a Abdón Ubidia, Pablo Palacio, Solange Rodríguez Pappe y María Gabriela Alemán.

--> Cinco libros recomendados por Martha: El mundo de Julius de Bryce Echenique; Hojas de hierba de Walt Whitman; Un tal Lucas de Julio Cortázar; Las Metamorfosis de Ovidio y Tres novelitas burguesas de José Donoso.

Por: NikhoZ





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