“Detrás de todo gran hombre, siempre hay una gran mujer”, dice un refrán popular. En 1985 Eurythmics, junto a la voz de Aretha Franklin, lanzó al mercado el single Sisters are doin’ it for themselves. Aquí ya la cosa cambió:
Now there was a time when they used to say
Now there was a time when they used to say
That behind every - great man.
There had to be a - great woman.
But in these times of change you know
That its no longer true.
So we're comin out of the kitchen
cause there's somethin' we forgot to say to you (we say)
Sisters are doin' it for themselves
Sisters are doin' it for themselves
Ya no es la mujer la que está detrás del hombre, rezagada en la cocina alimentando abnegadamente al esposo, los hijos y al perro. Es ahora una mujer autónoma que no sólo cocina, ahora hace cosas por ella mismo y qué bien por ella. Sin embargo, qué es la mujer para el hombre y de qué tipo le gusta. Adorable cuestionamiento que no muchos alcanzan a resolver.
Dejando a un lado cuestiones físicas que no valdría la pena discutir aquí, pues toda mujer tiene su encanto -incluso la que golpeó a Fabián-, qué tipo de mujer es la que embruja al hombre y lo convierte en un ser arcaico que se mueve por pulsiones prehistóricas y, a veces, lo mueve a realizar hazañas que, en sus cabales y sin la influencia de las hormonas, normalmente no haría.
Uno de mis mejores amigos dice que no es recomendable fiarse de un animal que sangra cada mes y nunca se muere, vaya reflexiones. No obstante por qué se vuelve a ellas como hijos pródigos, buscando refugio en sus voluptuosidades, en sus carnalidades, en sus pasiones y defectos (estos últimos son un verdadero tormento, pero no se puede negar que eso vuelve a las féminas más adorables).
Me viene a la mente la sátira filosófica de Sor Juana Inés de la Cruz:
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Entonces, me vienen centenares de preguntas, algunas retóricas, algunas sin posible contestación verificable, algunas irónicas, algunas machistas. ¿Es, acaso, cierto que buscamos a alguna que nos ofrezca el bien obrando mal? ¿No es pecar acaso una de las más exquisitas privaciones y de las menos privadas que existen en la vida? ¿Acaso tenemos la culpa de que una mujer haga que nuestros ojos se desorbiten y giren fuera de su habitual eje? ¿No fue Eva la que "ayudó" a Adán a ser expulsado del Edén sin que siquiera pudiera él haber estado en aquel sitio por más de 10 horas? Estoy abierto a posibles respuestas para cualquiera de estas preguntas.
En el 2000 apareció una nueva versión del filme Bedazzled (Al diablo con el diablo, en castellano) de 1967, protagonizada por Brendan Frasier y Elizabeth Hurley. Una modificación interesantísima se da en este re-make: el diablo no es más un hombre; es una mujer. Y qué curioso hallarnos con esto, pues contamos ahora con dos personajes femeninos en la historia que, para variar, son antagónicos. El diablo o, mejor dicho la diabla (vil, cruel, sardónica, sexy) y el amor platónico del personaje principal, Alison Gardner (tranquila, recatada, dulce y no tan sexy como el diablo).
Partiendo de este antagonismo y yendo un poco más allá de lo audiovisual, aterrizando en el mundo literario, me pregunto cuál es el prototipo de mujer que hace que un hombre se vuelva loco y pierda los estribos. ¿Casos?, infinitesimales. Los que me vienen a la mente: Remedios de Cien años de Soledad, Alejandra de Sobre héroes y tumbas, La Tigra del cuento homónimo, Julieta Capuleto de Romeo y Julieta, Dulcinea del Toboso del Quijote, Mme. Bovary y La Linares de las novelas homónimas, etc.; en fin, casos hay muchos, pero cuáles son los atributos que debe reunir un personaje femenino para que haga que los hombres pierdan la cabeza. Después de un poco de reflexión durante la semana, encaro la pregunta con dos tentativas de respuesta: Rosario Tijeras y La Maga, dos arquetipos diferentes de mujer que convergen en un vértice: la seducción innata de su existir.
Disímiles, extrapoladas, hechizantes, sufridas, amadas; ambos personajes -el primero de la novela homónima de Jorge Franco y el otro de Rayuela del gran Cortázar- se muestran abiertos en la medida que la mente creadora les ha dado vida y aire que respirar entre las páginas. Contamos aquí con Rosario Tijeras, mujer de los barrios humildes de Medellín, ultrajada tempranamente, vengativa, sexual, con "güevas", una mujer a la que se le hace más fácil matar que amar; por otro lado tenemos a la Maga, natural de Montevideo y residente en París, también ultrajada a temprana edad, intuitiva, torpe, libre en la medida que su inteligencia se lo permite, sensual.
Adjetivos y definiciones son fáciles de hallar para poder definir a cualquiera de las dos. No olvidemos, por favor, que ambas son totalmente diferentes a pesar de haber vivido experiencias similares. Una es libre y valiente con el arma en la mano, la otra tiene la libertad pues su ignorancia es su principal arma para ser libre. La primera no puede amar, la segunda ama y no es correspondida. La primera busca dominar haciendo el amor, poseer al individuo y devorarlo; la segunda busca la muerte por medio de la entrega de su cuerpo a aquel ser que ella ama. Rosario atrae hombres de todo Medellín: los sicarios, los políticos, los niños bien, los chicos malos, los satánicos; la Maga atrae a hombres filosóficos como Horacio y Gregorovius, es la envidia de los miembros de Club de la Serpiente por su libertad, por ser inasible a la vida, ella se transforma en la obsesión de lo que su amante quiso ser y no pudo -paradójico, pues ella quería ser como él-.
Sean como fueren, nos encantan con sus particularidades sin ser siquiera, entes reales y tangibles, pero que viven en el inconciente global de la literatura. Mujeres diferentes con igual número de seguidores, dentro de los libros y fuera de ellos.
Valiéndome de la cualidad polisémica que el idioma tiene, me viene a la mente cierta publicidad que leí en un autobús: "Detrás de todo gran hombre, hay una mujer; detrás de toda mujer hay más de un hombre". Y, ¿saben qué? Creo que tiene razón.
Querido lector, ¿qué personaje femenino te ha llegado a ti a obsesionar?
Autor: NikhoZ
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