La troncal 3 de la Metrovía ya está en marcha. Los comentarios incisivos y los lisonjeros también están en marcha. Y marcho yo también en este sistema de transporte, sufriendo algunas incomodidades mientras conozco la idiosincrasia de nuestra gente.
Algunas incomodidades se tienen que soportar cuando se va en estos contenedores rodantes. Los flojitos han tenido que caminar un poco más para llegar a las paradas (aunque no haga falta el ejercicio). Y ni qué decir de los parados, que es como debe viajar la mayoría por la poca cantidad de asientos. En esta masa de individuos apretujados la inhibición es la que menos encuentra espacio. Pero sea que se vaya de pie o sentado, todos deben aguantar el calor intenso que acompaña las primeras horas de la tarde.
Desde pequeño sé que el transporte público es un lugar privilegiado para conocer la idiosincrasia guayaquileña. Parece ser que el chisme sí encuentra allí su lugar, sobre todo cuando hay muchos oídos ávidos por recibirlo. Hay quienes aprovechan para hacer lo que no hicieron en casa: afeitarse ellos, maquillarse ellas, despertarse todos. Otros no reparan en la presencia de toda esa gente y se quedan dormidos en sus asientos. Una “gata” me contó que vio a un señor intentando subirse con una plancha de cangrejos; pobre hombre, creyó que entre tantos monos unos cuantos crustáceos no desentonarían.
Así nos aguantamos unas cuantas molestias con tal de movilizarnos por Guayaquil de forma rápida y segura. Así llegamos a conocer más cercanamente el comportamiento de los habitantes de esta linda ciudad. Así marchan las cosas con la Metrovía.
Autor: Javier Maruri
Algunas incomodidades se tienen que soportar cuando se va en estos contenedores rodantes. Los flojitos han tenido que caminar un poco más para llegar a las paradas (aunque no haga falta el ejercicio). Y ni qué decir de los parados, que es como debe viajar la mayoría por la poca cantidad de asientos. En esta masa de individuos apretujados la inhibición es la que menos encuentra espacio. Pero sea que se vaya de pie o sentado, todos deben aguantar el calor intenso que acompaña las primeras horas de la tarde.
Desde pequeño sé que el transporte público es un lugar privilegiado para conocer la idiosincrasia guayaquileña. Parece ser que el chisme sí encuentra allí su lugar, sobre todo cuando hay muchos oídos ávidos por recibirlo. Hay quienes aprovechan para hacer lo que no hicieron en casa: afeitarse ellos, maquillarse ellas, despertarse todos. Otros no reparan en la presencia de toda esa gente y se quedan dormidos en sus asientos. Una “gata” me contó que vio a un señor intentando subirse con una plancha de cangrejos; pobre hombre, creyó que entre tantos monos unos cuantos crustáceos no desentonarían.
Así nos aguantamos unas cuantas molestias con tal de movilizarnos por Guayaquil de forma rápida y segura. Así llegamos a conocer más cercanamente el comportamiento de los habitantes de esta linda ciudad. Así marchan las cosas con la Metrovía.
1 comentario:
Que interesante lo que unas gatas pueden ver dentro de la metrovía jajaja
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