Cuando escuché al presidente decir: “Así que chicos, resuelvan ustedes el problema”, se me vino a la memoria el personaje bíblico de Poncio Pilatos. ¿Será por eso que dicen ser un Gobierno de manos limpias?
Definitivamente esas no fueron las únicas manos que intervinieron esa mañana en la Universidad Católica. También están las de los manifestantes de cada uno de los bandos. Aquellas que tiran piedras y se esconden tras la fachada de minusválidos y mujeres indefensas. O las que señalan la prepotencia sabiendo que pecan de poderosos. Los mismos que reclaman por la libertad de expresión y la pisotean con sus acciones. ¿Acaso intentar arrancharle el cassette a un camarógrafo es un acto que demuestre respeto a la libertad? También están las de los Policías, que como de costumbre apelan a la brutalidad y terminan por cometer excesos. Todo esto demuestra que se recurre a las manos cuando la terquedad o la ignorancia nos impiden debatir.
Me gustaría saber de quién son las manos que llevan en sus dedos, atados los hilos de la discordia, con los que manipulan a sus prosélitos para que actúen a favor de sus intereses. Mientras tanto, en la universidad queda la sensación extraña de haber dejado algo al descubierto.
Me gustaría saber de quién son las manos que llevan en sus dedos, atados los hilos de la discordia, con los que manipulan a sus prosélitos para que actúen a favor de sus intereses. Mientras tanto, en la universidad queda la sensación extraña de haber dejado algo al descubierto.
Seguramente, quien es responsable de sancionar y hacer que a la universidad retorne la calma, esté pensando en este momento que las cosas se le salieron de las manos.
Por: Ramon Murillo
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