Fomentar la lectura es un “suceso” que en Guayaquil ocurre muy de repente, con una visión más comercial que cultural. Para comprar libros, a veces uno debe sacrificarse: dejar de comer pastelillos todos los días, no entrar un fin de semana a Diva Nicotina o prestar un libro y leerlo sin poder ni siquiera subrayar una sílaba. Dicen por ahí que la tecnología está haciendo que el libro muera, de alguna manera es cierto, pero si te entran esas ganas incontenibles de leer no queda de otra que bajarlo. A mí, no me gusta esta clase de lectura porque mis ojos se dilatan como si estuviera drogándome con la tecnología.
Basta, no más rodeo, el punto es que el viernes estuve buscando el libro Mi tío Atahualpa, colección de libros que entrega el Ministerio de Cultura a través de El Telégrafo, y salí peleando con los canillitas -canillas con canas- El suceso fue el siguiente: veo el libro, le doy un dólar al señor y me da la espalda, me quedo parada y no me dice nada, es decir se hacía el loco:
Alguien como tú: estoy esperando el vuelto.
Canillita: cuesta un dólar (Tono de furia)
Alguien como tú: cuesta 0.50 ctvs. (Cara de asombro)
Canillita: Tome su dinero y nunca más regrese por aquí. (Gritando y bravo)
Alguien como tú: Tome su libro, no sea grosero, Usted es un sabido. (Cara y tonalidad de ira, ocasionada por elevación de costo)
Seguí recorriendo la avenida Boyacá, y llego al quiosco que queda frente al Telégrafo, justo afuera de la Pecosa. El libro colgado, una mujer sentada, me acerco y pregunto ¿qué cuesta?:
Canillita: $1.50 (Mirando una tela mientras bordaba)
Alguien como tú: ¿Por qué tanto? (Tratando de descifrar el dibujo del bordado)
Canillita: Porque eso vale, y si lo quiere más barato madrugue hacer fila en el Telégrafo. (Para que describirlo si la expresión es obvia)
Estas personas saben que un libro a 0.50 ctvs. es un regalo, ¡es una ganga! Se aprovechen de la necesidad de lectura de otros para revenderlos, y eso que lo busqué el mismo día que salió. Me cansé de caminar, llegué hasta el parque de las iguanas, ese parque donde los gringos están agrupados observando con la boca abierta. Me resigné, señor véndame el libro que sale con El Telégrafo.
Canillita: 0.75 ctvs.
Alguien como tú: Démelo (Sudorosa y con voz agitada)
Lo conseguí, me lo dio sin el periódico, pagué 0.25 ctvs. de más, lo importante es que lo poseo, caí en la trampa de la corrupción, pero no me quedó de otra: pagar más para tener conocimiento.
Basta, no más rodeo, el punto es que el viernes estuve buscando el libro Mi tío Atahualpa, colección de libros que entrega el Ministerio de Cultura a través de El Telégrafo, y salí peleando con los canillitas -canillas con canas- El suceso fue el siguiente: veo el libro, le doy un dólar al señor y me da la espalda, me quedo parada y no me dice nada, es decir se hacía el loco:
Alguien como tú: estoy esperando el vuelto.
Canillita: cuesta un dólar (Tono de furia)
Alguien como tú: cuesta 0.50 ctvs. (Cara de asombro)
Canillita: Tome su dinero y nunca más regrese por aquí. (Gritando y bravo)
Alguien como tú: Tome su libro, no sea grosero, Usted es un sabido. (Cara y tonalidad de ira, ocasionada por elevación de costo)
Seguí recorriendo la avenida Boyacá, y llego al quiosco que queda frente al Telégrafo, justo afuera de la Pecosa. El libro colgado, una mujer sentada, me acerco y pregunto ¿qué cuesta?:
Canillita: $1.50 (Mirando una tela mientras bordaba)
Alguien como tú: ¿Por qué tanto? (Tratando de descifrar el dibujo del bordado)
Canillita: Porque eso vale, y si lo quiere más barato madrugue hacer fila en el Telégrafo. (Para que describirlo si la expresión es obvia)
Estas personas saben que un libro a 0.50 ctvs. es un regalo, ¡es una ganga! Se aprovechen de la necesidad de lectura de otros para revenderlos, y eso que lo busqué el mismo día que salió. Me cansé de caminar, llegué hasta el parque de las iguanas, ese parque donde los gringos están agrupados observando con la boca abierta. Me resigné, señor véndame el libro que sale con El Telégrafo.
Canillita: 0.75 ctvs.
Alguien como tú: Démelo (Sudorosa y con voz agitada)
Lo conseguí, me lo dio sin el periódico, pagué 0.25 ctvs. de más, lo importante es que lo poseo, caí en la trampa de la corrupción, pero no me quedó de otra: pagar más para tener conocimiento.
Conclusión: la lectura está siendo monopolizada por los canillitas.
La esquina rota.
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